Qué es la Autoestima

Qué es la Autoestima y cómo se forma

Para saber lo que es la autoestima es necesario tener algunos otros conceptos psicológicos también claros porque, a veces, se confunden la autoestima con otros conceptos como la autoimagen, el autoconcepto, la confianza, o la seguridad que una persona tiene en sí misma.

Así pues, ¿qué es la autoestima?

Qué es la autoestima

Después definiremos la autoestima más en profundidad, pero ahora te lo diré en pocas palabras:

La autoestima es la valoración subjetiva que tenemos de nosotros mismos

Dicho de otra manera, la autoestima es cuánto nos valoramos y queremos.

Pero para entender mejor lo que es la autoestima, es necesario saber que la autoestima está basada en el autoconcepto, que está más relacionado con nuestra opinión sobre nosotros: ¿qué piensas de ti mismo? Solemos ser bastante duros en esas opiniones, te lo digo.

El Autoconcepto

El autoconcepto es la base fundamental de la autoestima: cuánto nos queremos y valoramos dependerá de lo que realmente pensamos de nosotros mismos.

La Autoimagen

Además de los anteriores conceptos, hay un tercero que influye en nuestra autoestima, en la valoración que hacemos de nosotros. Se trata de nuestra autoimagen. La autoimagen es el juicio u opinión que tenemos de nuestro aspecto físico y a su vez la imagen mental que tenemos de nosotros mismos. Responde a la pregunta ¿cómo te ves? La autoimagen es esa imagen mental de quiénes somos, qué aspecto tenemos, cuáles son nuestros puntos fuertes y débiles, nuestras virtudes y defectos. Nos formamos esa imagen a lo largo del tiempo, desde nuestra infancia.

Seguro que de lo anterior deduces que alguien que se ve físicamente a sí mismo “con buenos ojos”, difícilmente tendrá una pobre opinión o concepto de su persona y viceversa, alguien que tiene una buena opinión de sí misma, difícilmente tendrá complejos, sea cual sea su aspecto. Por tanto, su autoestima, el concepto global, será sana y adecuada. Además, personas con estas características suelen cuidarse tanto por dentro como por fuera, lo cual favorece que su autoestima se mantenga “a raya”.

Caso contrario. Cuando no nos vemos con buenos ojos – autoimagen – ello afecta a nuestro autoconcepto, lo que, globalmente, afecta a nuestra autoestima. Cuando nuestra autoestima es demasiado baja, incluso dejamos de cuidar nuestro aspecto físico porque “pa qué, si total…”.

En ambos casos, nuestros patrones de pensamiento y emociones pueden entrar en un bucle, o lo que llamamos “la pescadilla que se muerde la cola”. En el caso primero, se trata de un círculo virtuoso, pero en el segundo, entramos en un círculo vicioso.

Una baja autoestima, generalmente va a más debido a nuestros patrones mentales negativos. Si no se “coge” a tiempo, puede resultar en problemas más graves e incluso patologías como la depresión.

Aunque no lo creas, hay mucha gente que se desprecia a sí misma, o que considera que no vale para nada, o que no es útil a nadie, o que no merece amor, respeto, … Puede sonar fuerte, pero hay muchas personas que, incluso sin ser conscientes de ello, se sienten así, desgraciadamente.

¿Qué es la Autoimagen Ideal?

Aunque sea de forma inconsciente, todos tenemos una autoimagen ideal a la que nos gustaría llegar. Nos gustaría ser más guapos, más altos, más delgados, más sanos, más atractivos, más simpáticos, más afables, más cordiales, más generosos, más positivos, más maduros, más seguros, más carismáticos … lo que sea.

Además, tenemos una opinión o autoconcepto y una autoimagen sobre nosotros mismos.

Y, luego, está la REALIDAD. Pero, ojo, que aquí también podríamos añadir:

  • la imagen que damos al exterior
  • la que captan los demás, y ADEMÁS
  • la imagen que nosotros creemos que tienen los demás de nosotros.

Fíjate si hay diferentes caras de la misma moneda.

Generalmente, la imagen real, la que “presentamos” tanto al mundo como a nosotros mismos incluso, difiere tanto de nuestra autoimagen y autoconcepto, como de nuestra imagen ideal. Otra cosa a tener en cuenta, aunque parezca algo tan obvio, es que incluso nuestra imagen real… es tan solo una imagen. Siempre será un mero reflejo, una “representación”.

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Nuestra autoimagen y autoconcepto están “por debajo”, no solo de nuestro ideal, sino que en muchos casos se encuentran incluso por debajo de la imagen real, como he tratado de representar en ese dibujo.

Es poco común encontrarse con gente cuya autoimagen esté por encima de la realidad, aunque haberlos, haylos. Nuestra imagen real, además, suele componerse también de lo que los demás ven en nosotros, que muchas veces no concuerda con nuestra propia visión. Solemos ser jueces demasiado duros con nosotros mismos y, sin embargo, los demás son capaces de ver mucho más fácilmente nuestras virtudes.

En definitiva, la imagen real de nosotros suele estar a medio camino entre nuestra autoimagen y autoconcepto y nuestra imagen ideal.

Nuestra autoestima es baja cuando hay una gran diferencia entre nuestra autoimagen y autoconcepto, y nuestra imagen real. Pero mucho más cuando tenemos una autoimagen ideal demasiado rígida y demandante; ya sea por las expectativas que otros han puesto en nosotros, y que “obedientemente” hemos adoptado como nuestras, ya sea porque somos así de autoexigentes.

Espero que, con esta introducción, ahora tengas más claro lo que es la autoestima, pues has aprendido acerca de estos otros conceptos que forman parte esencial de ella y porque lo puedes explicar en sencillas palabras: la autoestima es la cantidad y calidad de amor que sentimos por nosotros mismos. Pero vamos a ir más allá, a profundizar mejor en qué es la autoestima, que es la base de nuestra salud psicológica.

¿Qué es la Autoestima entonces?

Podríamos decir que la suma de nuestro autoconcepto y autoimagen es igual a nuestra autoestima. Vale, no es así de sencillo en psicología, pero para entendernos, vale. Ya hemos dicho arriba que la autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos en conjunto, o sea, cuánto “nos queremos” o apreciamos, nuestro nivel de aceptación y la forma que tenemos de tratarnos, valorarnos y relacionarnos con nosotros mismos.

Ahora bien, esa valoración, que es subjetiva, ¿cuán subjetiva es realmente? ¿Es que no recibe influencias externas? ¿Nacemos con un nivel de autoestima equis y ahí se queda? ¿Es inalterable? ¿Cambia con el tiempo? ¿Hay altibajos, es regular o irregular? ¿Cuán importante es la autoestima en nuestra vida y en nuestro comportamiento?

Para responder a esas preguntas, para las que seguro ya sabes la respuesta, es mejor que expliquemos…

¿Cómo se “forma” la autoestima?

Nuestra opinión, juicio y valoración acerca de cualquier cosa es fruto SIEMPRE de la suma de muchos factores, entre los que destacan nuestras experiencias y nuestro entorno, con un pequeño añadido de genes. 🙂

La autoestima no es un concepto fijo y estable, se manifiesta de forma cambiante en función de nuestra situación vital y circunstancias, es decir, que puede cambiar a lo largo de nuestra vida dependiendo de lo que nos pase y cómo lo aceptemos. Lo que vivimos, cómo lo vivimos, y cómo lo transitamos, afrontamos o superamos, va moldeando nuestra autoestima.

La autoestima es un aspecto clave en nuestra identidad y para nuestro bienestar. No solo se trata de cuánto nos queremos, aceptamos y apreciamos, sino también cuánto nos respetamos a nosotros mismos.

Como decíamos antes, formamos nuestra autoimagen, autoconcepto y, por tanto, nuestra autoestima, a lo largo del tiempo, desde nuestra infancia. Pero esa formación, en constante desarrollo y cambio, no está exenta de influencias externas, más bien todo lo contrario. La autoestima se refuerza o se debilita. Y es reforzada o debilitada, sobre todo, por las personas más influyentes de nuestro entorno. Dependiendo de la edad, las influencias serán diferentes: profesorado, padres, hermanos, primos, compañeros de clase, compañeros de trabajo, jefes, parejas, sociedad, partidos políticos, grupos, cultura, viajes, etc.

Si bien es cierto que nuestro “carácter” puede ayudar o impedir que las influencias sean mejor o peor aceptadas por nosotros, también es verdad que no hay ser humano que sea capaz de evitar por completo el influjo de otros seres humanos y factores, y por muy diversos motivos: admiración, deseo de aceptación, integración en grupos, etc. 

¿Notas que tu autoestima está algo más baja de lo que quisieras? ¿Te gustaría mejorarla, tener una autoestima saludable? Es una de mis especialidades como te explico en ese enlace. No dudes en ponerte en contacto conmigo para más información.

Por lo anterior, es simplemente lógico afirmar que la autoestima se forma, o es producto de:

  • Los refuerzos positivos o negativos con que hayamos contado desde nuestros primeros pasos. Los refuerzos son parte e influencia fundamental de la formación de nuestra autoestima.
  • Nuestras vivencias, experiencias
  • Nuestros aprendizajes y ¡ojo!,
  • Lo que opinan los demás de nosotros o, mejor dicho, lo que PENSAMOS QUE OPINAN LOS DEMÁS DE NOSOTROS, diferente. Cosa que siempre, por mucho que lo neguemos, tenemos en cuenta.
  • A lo anterior añadiremos lo que pensamos sobre nosotros mismos (evaluando, inconsciente o conscientemente, las diferencias entre opiniones de los demás y nuestra… ¡complicadillo!)
  • El juicio de valor que hacemos sobre lo que pensamos
  • Y nuestra forma de actuar en consecuencia de todo lo anterior

Ya sabemos qué es y cómo se forma la autoestima. Pero, ¿te has fijado en que se confunde mucho el concepto o la idea de autoestima con la de autoconfianza o de seguridad en uno mismo? Vamos a ver la diferencia.

Diferencia entre Autoestima y Seguridad en uno mismo o Autoconfianza

Como hemos visto, la autoestima viene siendo la forma en que nos sentimos con nosotros mismos, cuánto nos estimamos. Sin embargo, la autoconfianza se trata de cómo nos sentimos con ciertas habilidades que tenemos o de las que carecemos. La seguridad en nosotros mismos puede ser diferente dependiendo de las circunstancias. Podemos presentar una autoestima muy saludable, pero poca autoconfianza en ciertas situaciones, sobre todo si tenemos que demostrar habilidades específicas… y viceversa.

Por ejemplo, es muy posible presentar una gran seguridad en uno mismo a la hora de conducir, o cualquier habilidad y, sin embargo, tener una baja autoestima.

De ahí que muchas veces los demás puedan obtener una imagen distorsionada de nosotros. Tal vez se nos percibe como una persona super segura porque así es en ciertas situaciones, mientras que nuestra autoestima puede estar por los suelos. Incluso es posible que usemos esa autoconfianza como “tapadera”, de lo mal que nos sentimos con nosotros mismos. Hay gente que usa esta “habilidad” hasta tal punto de darnos la impresión de ser arrogante, engreído, presuntuoso, soberbio o pedante. En el fondo esa arrogancia no es más que el reflejo de una profunda falta de autoestima e incluso de complejos (inferioridad, etc.).

En resumen, la autoconfianza es creer en nuestras habilidades y en nosotros mismos a la hora de actuar o realizar ciertas “tareas” con un resultado que sabemos será positivo. Se trata de tener la confianza y la seguridad de conquistar el objetivo que tenemos señalado en nuestra mente, ya sea conducir nuestro coche, organizar una fiesta, llevar un equipo, escribir un artículo, ayudar a nuestra hermana en algo… cualquier cosa que estamos seguros de que sabemos hacer.

Pero no siempre es así: si algo a lo que estamos acostumbrados a hacer bien, un día nos sale mal, puede tener consecuencias negativas.

Un accidente de tráfico, un equipo difícil de liderar, etc., un resultado diferente a nuestras expectativas, puede empezar a socavar esa seguridad que teníamos. En ese caso, y para no perder esa autoconfianza, debemos afrontar la situación, volver a intentarlo y darnos cuenta de que tan solo fue un contratiempo y algo puntual. De lo contrario, podríamos empezar a crear unas barreras autolimitantes que no nos permitirán actuar con libertad y seguridad en situaciones que anteriormente eran “pan comido”.

Y no solo eso. La falta de confianza, la inseguridad, son factores que influyen en todos los aspectos de nuestra vida, causando insatisfacción al no ser capaces de ejecutar ciertas acciones que consideramos que deberíamos, o que evitamos con tal de no enfrentar. Estas situaciones y actitudes suelen golpear nuestra autoestima. Por ejemplo, si nos sentimos inseguros en una fiesta con mucha gente desconocida, evitaremos por todos los medios acudir a una, y siempre tendremos excusas perfectas. Nos estaremos autolimitando por culpa de nuestra inseguridad. ¡Quién sabe lo que nos estaremos perdiendo por no acudir a todas esas fiestas! 😊

Relación Autoconfianza – Autoestima

Antes decía que alguien puede tener confianza en sí misma y a la vez una baja autoestima.

Pero, alguien con una autoestima saludable, ¿puede ser insegura o tener falta de confianza en sí misma?

De forma global, sería extraño.

En situaciones concretas, es muy posible. Alguien con una autoestima sana puede encontrarse en una situación nueva ante la que se siente insegura. Claro que sí. Sin embargo, lo más probable es que esta persona confiará lo suficientemente en sí misma y sus recursos propios para resolver, afrontar o superar este nuevo reto.

¿Se puede tener Autoconfianza sin Autoestima?

Hay quienes aseguran que la verdadera autoestima se desarrolla solamente cuando se ha aprendido a confiar en uno mismo y que no puede existir autoconfianza sin autoestima.

No estoy de acuerdo.

Creo que ninguna de las dos es indispensable para desarrollar la otra, como hemos visto en el ejemplo.

Yo puedo tener una gran confianza en mí misma en la mayoría de las situaciones a las que me enfrento a diario, puedo manejarme con soltura e incluso con excelencia en algunas de ellas, puedo alcanzar e incluso exceder mis propias expectativas o las de los demás en ciertas situaciones y tareas… y, sin embargo, todo lo anterior no quita para que yo le reste valor a todo ello, para que no reconozca su utilidad para mí o para los demás, que piense que no merece la pena hacer todo ello… eso tiene un nombre: baja autoestima.

En ese caso, estaría infravalorando todo lo que hago, es decir, sería ciega ante mis propias habilidades y logros porque no estaría valorándome, estimándome ni queriéndome a mí misma.

Conclusión

Para tenernos amor a nosotros mismos (autoestima), no creo que sea necesario antes conocer, reconocer y reafirmar nuestras capacidades o habilidades (autoconfianza), como muchos afirman. El amor a nosotros mismos debería ser incondicional y basarse primordialmente en la autoaceptación, tengamos o no habilidades y capacidades y recursos personales.

¿Tú qué piensas? Puedes decírmelo en los comentarios.

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