El miedo es una barrera que nos ponemos
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Todo el mundo tiene miedo. Y quien diga lo contrario, miente. A lo largo de nuestras vidas sentimos muy diversos tipos de miedos. Algunos son fundados, reales, otros son imaginarios. Generalmente nuestros miedos son infundados. No tienen base alguna, sólo nuestra imaginación.
¿Qué es el miedo, biológicamente?
El miedo es una emoción (no un sentimiento).
Esto quiere decir que es una de esas 6 “reacciones fisiológicas” que, en origen, no son más que descargas de sustancias químicas desde nuestro cerebro.
Las 6 emociones básicas del ser humano son la alegría, la tristeza, el miedo, la ira, la sorpresa y el asco. Las emociones son (o deberían ser) reacciones inconscientes internas ante estímulos externos, que hace miles de millones de años surgieron en las especies para salvar sus vidas. Por ejemplo, muchas especies animales, ante agua putrefacta sienten asco y esto les salva la vida.
El miedo “reside” en la llamada “amígdala”, que a su vez se ubica en una parte entre nuestro cerebro más primitivo y “básico”, y el límbico, que es la capa cerebral que compartimos con todos los mamíferos y que es inmediatamente anterior al córtex (el cerebro racional propio del ser humano).
Cuando la amígdala detecta un peligro que pueda suponer un riesgo vital, inmediatamente activa nuestro sistema de alarma para que tomemos una de tres decisiones: huir, enfrentarnos o paralizarnos.
Como ves, el miedo es una emoción que existe para luchar, huir o paralizarnos, para nuestra defensa, protección y supervivencia.
Cuando el ser humano siente una amenaza, en décimas de segundo, su cerebro, a través de la amígdala y otros sistemas del cerebro límbico y también del córtex, evalúa la conveniencia de huir, ocultarse o atacar. El miedo, igual que todas las emociones, genera una serie de reacciones químicas para ponernos en guardia (sudoración, tensión en los músculos etc.). En el caso de la emoción “miedo”, y para poder reaccionar ante una situación de peligro, nuestro cerebro libera la hormona del estrés, el cortisol.
Bien, entonces, ¿por qué hay situaciones en las que no peligra nuestra vida y sin embargo sentimos miedo?
El miedo psicológico es diferente
Dicho lo anterior, algunos se preguntarán ¿por qué entonces sentimos miedo de cosas que no han ocurrido ni existe la amenaza?
Al principio decía que por lo general nuestros miedos son infundados, no tienen base alguna, más que nuestra propia imaginación.
A estos miedos yo los llamo miedos racionales. Sí, sí, RACIONALES.
Racionales porque son consecuencia de nuestra propia racionalización, no son inconscientes ni son desencadenados por una amenaza inminente.
Por ejemplo, si desde pequeño me enseñan que lo mejor es la seguridad, la certeza y la estabilidad, lógicamente y aunque no lo sepa de forma consciente, tendré miedo a la incertidumbre, a no tener todo bajo control, a no saber qué puede ocurrir mañana. Este miedo es un miedo que se habrá desarrollado en mí a través de enseñanzas racionales. Sin embargo, no hay una amenaza real.
Así se crean la mayor parte de nuestros miedos. Simplemente van creciendo dentro de nosotros, y como los consideramos verdaderos, por lo general, no los enfrentamos. Solemos evitarlos, casi todos, a través de excusas.
Pues en realidad es que esos son los miedos aprendidos, los miedos que yo llamo racionales.
¿Por qué sentimos miedo entonces?
Decíamos antes que el miedo real es una reacción química en nuestro cerebro. Cuando la amígdala se activa, se libera una hormona llamada vasopresina y comienzan a producirse cambios fisiológicos en el organismo: aumenta la presión arterial; la sangre fluye a los músculos mayores, especialmente a las piernas, por si hay que salir corriendo; el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a otras células, especialmente adrenalina; y los lóbulos frontales de nuestro córtex se desactivan parcialmente para que la atención consciente quede fijada en el objeto del peligro. Pero entonces…
¿Por qué sentimos miedo de cosas que no han ocurrido o que existen sólo en nuestra mente?
Mi teoría es que:
- En primer lugar, aprendemos miedos heredados (el miedo al qué dirán, el miedo al fracaso etc.). Esto coincidiría con una visión conductista en psicología.
- En segundo lugar, desarrollamos otros miedos a medida que crecemos personal y profesionalmente. Tendemos a adelantar en nuestra mente lo que va a ocurrir en cierta situación, por ejemplo, asistir a una fiesta y sentir el rechazo de la gente. Empezamos a autosugestionarnos y temer esa situación. Imaginamos cómo nos rechazan y lo mal que lo pasaremos. Tenemos miedo. Si finalmente asistimos a esa fiesta en este estado de ánimo, con miedo, nuestro comportamiento lo reflejará. Actuaremos reflejando nuestro miedo, por lo que es posible que nuestro propia actitud sea la que provoque el rechazo de la gente. Así, casi siempre se cumplirán nuestros temores, por lo que confirmamos: teníamos razón al tener miedo. Nos hemos sentido rechazados. Puede pasar exactamente lo mismo con muchos miedos. ¿Has tenido alguna vez miedo a perderte al ir a un sitio desconocido en coche? ¿Te has puesto tan nervios@ que al final te has perdido de verdad? ¿Te has perdido por tener miedo y ponerte nervios@ o porque realmente era tan sumamente difícil llegar?
- En tercer lugar, y esta es una teoría muy personal y atrevida, creo que hoy día las amenazas reales para nuestra vida ya no son letales ni tan directas como las que podía tener el ser humano en sus inicios. Es decir, hoy día nuestra vida corre peligro real en contadas ocasiones (no sé, accidentes, robos, etc.). Entonces qué ocurre, que nos montamos películas para hacer uso de la amígdala, nuestro derecho a sentir la emoción del miedo. Sustituimos las amenazas reales por otras, a medida que avanzamos y el mundo se hace más complejo. Sin embargo, hay cosas que nos parecen una amenaza, aunque en realidad no lo son, y activamos instintivamente la amígdala para ponernos en guardia.
Por tanto, ¿es realmente miedo lo que sentimos? ¿O es inseguridad? Lo cierto es que el nombre que le demos da exactamente igual, ya que de lo que se trata es de superarlo.
Los miedos son barreras que nos limitan
Como ya he dicho antes, el miedo es una limitación auto-impuesta que nos impide avanzar.
Es una de las creencias más limitantes que existe. Las creencias son parte de nuestro sistema de pensamiento y se van formando y afianzando a través del tiempo y de la educación. Las creencias dan forma a nuestra vida. Si creemos que somos un cero a la izquierda, generalmente no llegaremos muy lejos. Si creemos que no merecemos algo, generalmente no lo conseguiremos. En ese post del enlace te explico mejor.
El miedo entonces, ¿nos bloquea o nos impulsa?
Otra cosa importantísima que han demostrado investigaciones científicas es que, mientras que en dosis moderadas, el miedo es promotor del aprendizaje, el miedo TAMBIÉN puede obstaculizar las facultades intelectuales y la capacidad de aprender.
Podemos dejar que el miedo nos bloquee, por lo que nos impedirá desarrollar ciertas capacidades y hacer muchas cosas.
Por el contrario, si escuchamos al miedo sin bloquearnos, puede ser un excelente modo de aviso que nos empuje a crecer y a buscar soluciones.
Por ejemplo, si te da miedo emprender porque crees que no eres capaz de gestionar un negocio con la formación o habilidades que posees, tienes dos opciones: rendirte al miedo o buscar soluciones.
Quizá sientes inseguridad al pensar en salir de la rutina, sientes miedo al fracaso, a perder tus ahorros o la seguridad que te da una nómina, a no poder cumplir con los compromisos, al qué dirán… Da lo mismo, todo ese “miedo” se reduce a inseguridad en tus capacidades e inseguridad de lo desconocido, o sea la sensación de incertidumbre, que a muchas personas les genera miedo.
Tienes dos opciones, dejar que tus miedos manejen tu vida o manejar tú a tus miedos, sobreponiéndote a ellos
Ejemplos de miedos típicos
Como ves, al final, si no enfrentamos nuestros miedos, entonces se convierten en barreras que nos paralizan. Nos imposibilitan salir de nuestra zona de confort, por lo que nos impiden desarrollarnos plenamente. A continuación te dejo solo unos pocos ejemplos de algunos miedos más comunes:
Miedo al fracaso
El miedo al fracaso suele aparecer cuando se nos presentan oportunidades de cambio pero preferimos mantenernos en nuestra zona de confort, que ya la conocemos.
Miedo al éxito
Curiosamente, el miedo al éxito suele también aparecer cuando se nos presentan oportunidades de cambio, pero esta vez, preferimos no afrontarlo porque si tenemos éxito seguramente (excusa) no sabremos manejar todas las responsabilidades que conlleva. O tal vez pensamos que no merecemos ese éxito por muy diversos motivos.
Miedo a la soledad
Este miedo suele aparecer cuando sentimos la soledad como una amenaza, es decir, no nos vemos capaces de estar solos y valernos por nosotros mismos. Por ejemplo, hay personas que permanecen en una relación de pareja insatisfactoria por miedo a quedarse solos. También está relacionado con el miedo al rechazo. El ser humano es un ser social por naturaleza, necesita relacionarse y sentirse aceptado y querido.
Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es mucho más común de lo que se piensa. Todos lo hemos sentido, muchos a diario. Suele estar presente en personas con poca autoestima, que prefieren no alzar su voz por si meten la pata. No se atreven a dar su opinión o a expresar sus sentimientos por las consecuencias que pueda acarrear y por evitar que los demás a su vez cambien su opinión o sentimientos hacia ell@s. La aceptación y formar parte del grupo es de suma importancia para el ser humano.
Miedo a hablar en público
También relacionado con el anterior, ya que hablar en público significa exponerse al rechazo. Si tenemos que hablar en público nuestros miedos serán relacionados con ideas como que lo haremos mal, que se reirán o pensarán mal de nosotros, que nos harán preguntas que no sabremos responder, que nos pueden llevar la contraria, que no tendremos argumentos para rebatir.
Soltar miedos
Todos estos miedos, como ves, son racionalmente “inventados”, ya que la amenaza real no existe más que en nuestra mente.
Nos imaginamos una situación futura donde habrá ocurrido algo que no tiene por qué ocurrir si tenemos la confianza y seguridad suficientes en nuestras habilidades personales o profesionales como para superarlo.
Tener miedo es bloquearse a sí mismo, paralizarse o huir.
Lo más gracioso es que, cuando damos pequeños pasos hacia la superación de nuestros miedos, que no tienen razón de ser, nos vamos dando cuenta de que eran patrañas. La solución para perder el miedo es enfrentarlo, hacerlo. Y entonces te das cuenta de que no era para tanto.
Lo más importante de todo esto no es de repente empezar a hacer cosas irreflexivamente, creyendo que así estamos superando nuestros miedos, que estamos empezando a ser valientes.
Ser valiente no consiste en no tener miedo sino en sentirlo y aun así seguir adelante. Para mí, no es valiente el que no tiene miedo. Eso es ser osado, insensato, imprudente, temerario. El valiente es el que se enfrenta a sus miedos y los supera. O como dice esta frase que se atribuye a Nelson Mandela: “No es valiente aquel que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo”.
Para conquistar el miedo…
Lo importante es ser consciente de que esos miedos existen en nuestro interior, no son amenazas reales. Y saber que sí: es posible superarlos poco a poco. Trabajar cada día, con pequeños pero importantes pasos para superarlos. Al fin y al cabo, todos nuestros miedos se resumen en uno solo: el temor a ser quienes verdaderamente somos.
Una de mis especialidades es la de ayudarte a soltar tus miedos mediante terapia. Si quieres, puedes consultarme a través del formulario sobre la terapia online para soltar miedos. Te contestaré lo antes posible.